jueves, 11 de octubre de 2007

Tiempos escolares. ANTES DEL TEMA "EL TIEMPO EN LAS ORGANIZACIONES"

Tiempos escolares.

“... el tiempo policrónico se orienta hacia las personas y las relaciones; no queda en esencia, constreñido a la ejecución lineal de una acción o tarea detrás de otra, sino a la de varias acciones a la vez, en las que se desarrolla una alta sensibilidad hacia el contexto en el que se producen las acciones, hacia sus particularidades y también hacia lo impredecible”.

Andy Hargreaves (citado en Cuadernos de Pedagogía Nº 206 por Miguel A. Pereira)


La reflexión sobre el tiempo escolar – y también sobre el espacio – nos tendría que servir para hacernos una idea un poco más clara y concreta sobre aquello que queremos o que pensamos sobre el significado de la educación en el 2001, y tiene mucho que ver con el qué y como enseñamos y con la autonomía de los centros.

Plantearnos o cuestionarnos este tema es arremeter contra la institución escolar ya que basa en él toda su organización, es un símbolo de la enseñanza. Y también presenta problemas muy duros y graves en el ámbito de los trabajadores y trabajadoras de la enseñanza por lo que significa de modificación de hábitos adquiridos y que son de difícil movilidad.

Tendríamos que comenzar nuestro análisis intentando analizar el porqué del tiempo actual, la necesidad de unos tiempos reglamentados de una forma rígida que nos impiden cubrir las necesidades del alumnado, de las familias y del profesorado. ¿Por qué todos hemos de comenzar y acabar de trabajar a la misma hora?, ¿por qué los centros tienen que abrir o cerrar a la misma hora?, ¿qué pasa con las actividades extraescolares promovidas por AMPAS, Ayuntamientos u otras entidades?, ¿qué pasa con el alumnado desfavorecido?, ¿qué pasa con las y los inmigrantes y sus diferentes ritmos culturales? ¿La utilización del tiempo es igual en mujeres y hombres?

No estaría de más pensar que el origen de la escuela va emparentado con la estructura temporal de la misma. Serían los jesuitas los que impondrían el tiempo escolar basado en la hora y que más tarde se extendería a todos los ámbitos educativos. En el siglo XIX se mantiene ya esta idea y el progreso económico y social aprovecha y, claro, hace suya esta organización horaria, ya que el mantenimiento de unos ritmos más relajados y poco regulados iría en contra del aumento y control de la producción y también de las relaciones sociales que se establecen y que nos hacen crear la necesidad de una regulación estricta y absoluta del tiempo. La planificación aparece como necesaria y el control de ese tiempo, tanto individual como colectivo, es imprescindible para una vida plena de quehaceres y necesidades creadas virtualmente.

Si nos paramos a pensar un minuto podremos observar la similitud que existe entre el ritmo temporal de la escuela y el del trabajo en cualquier lugar (una fábrica, taller,...). Hay un horario que cumplir que es igual para todos. Este horario está temporalizado con unos períodos de trabajo y otros, mucho más cortos, de descanso. ¿Qué es, entonces, lo que se pretende desde el inicio de la escolarización de las personas menudas?. Está claro que el aprendizaje de unos ritmos horarios que los harán en los futuros buenos cumplidores en sus lugares de trabajo. Estamos educando los tiempos vividos por las pequeñas y pequeños ciudadanos y ciudadanas para un futuro productivo reglamentado.


Por otro lado, nos movemos con la idea y la práctica de ser muy efectivos y eficaces, para lo que hemos de producir el máximo en el menor tiempo posible. En la escuela, si nos paramos un momento y miramos, nos encontramos con que cada día intentamos hacer más cosas, que el alumnado “sepa” más, que el profesorado enseñe más, que las horas no se pasen “volando”,... acabar con el libro pero además... Siempre vamos atareadas y atareados, nerviosos, corriendo, ... ¿Queremos producir mucho? ¿Pero realmente estamos colaborando en hacer más significativos esos aprendizajes? ¿O simplemente estamos consiguiendo hacer un alumnado muy preparado para resistir ritmos de trabajo mucho más duros y fuertes?

El tiempo es poder, controlar el tiempo de las personas: el tiempo de trabajo, el tiempo de ocio,... todo el tiempo. Controlar el tiempo personal y el ajeno eso es tener todo el poder. El consumismo actual crea como necesidad tener mucho tiempo para poder disfrutar de él: de los objetos, de las imágenes, de las personas,... ¡Es necesario tener tiempo y más tiempo!

En las escuelas todas y todas somos conscientes de que nos falta tiempo. Falta tiempo para prepararse las clases, los materiales, para atender al alumnado, las familias, para hacer más salidas, para reunirse con los compañeros y compañeras, para... Siempre nos falta tiempo... pero tenemos una sensación de pérdida cuando alguien intenta alguna modificación del horario establecido históricamente.

La dificultad para reunirse suele ser siempre el caballo de batalla en muchos centros. La poca tradición colectiva, los intereses divergentes, la idea prevaleciente de que la acción educativa consiste en la tradicional clase magistral,... y el interés manifiesto de tener menos horas de trabajo con el alumnado, la necesidad de tener más horas de trabajo personal e individual... va haciendo que el poder que el colectivo podría tener vaya desapareciendo.

“La moneda con que los docentes pagan sus privilegios en el tiempo es su propia autonomía intelectual, la capacidad de reflexionar sobre su profesión. Ahora bien, el primer poder de un grupo sobre su acto profesional es el poder de reflexionar sobre él. Así, pues, finalmente, es con el poder sobre su profesión con lo que los docentes terminan pagando sus privilegios en el tiempo” Ranjard, P. “Les enseignements persecutés” citado por Aniko Husti : “Del tiempo escolar uniforme a la planificación móvil del tiempo”.

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